Mariela Villar
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La pregunta por la naturaleza de las sensaciones, la capacidad de moverse, de hablar, reír o llorar es secular en el hombre. La acción de caminar, de avanzar, hacia delante, también. Y los pueblos, las culturas, las sociedades han estado, están y estarán caminando.
En los últimos años se han profesionalizado los diferentes Caminos que llevan o parten de Santiago en cuanto a rutas de senderismo y montaña, alojamientos, equipamiento, tecnologías y aplicaciones para dispositivos móviles de localización, rutas, meteorología, arte, gastronomía, precauciones sanitarias, etc. Y la parte más importante, la fundamental, su esencia, por lo que se creó y donde tiene su origen, que es la de desarrollo y evolución personal del individuo o grupo que realiza dicho viaje se deja al azar. ¿Reflejo de nuestra sociedad?
Para las compañías es de vital importancia que sus trabajadores se encuentren en ciertos niveles de desarrollo personal, siendo especialmente estratégico en los puestos medios y altos, ya que para trabajar en un nivel adecuado de complejidad hay que estar en determinados niveles de desarrollo. Y cuantas más personas haya en la etapa superior(auto-realización) mejor funcionarán las empresas, avanzando éstas hacia una mayor crecimiento, cooperación y sostenibilidad.
El Camino de Santiago forma un patrimonio artístico, cultural y de valores universales íntimamente ligado al ansia del ser humano de conocerse a sí mismo. Es una vía de desarrollo y crecimiento personal.
Es el Camino del ser y del estar donde la belleza de la naturaleza, del mundo en el que vivimos y del ser humano se presenta en su más pura esencia. Es un Camino donde la sensibilidad corporal y espiritual está a flor de piel. Y desde esa pureza, la autenticidad en clave positiva del ser humano se desprende y se contagia.
Es por ello que hemos de empezar a valorar el Camino de Santiago como lo que es: el viaje de desarrollo personal por antonomasia a lo largo de los siglos, los pueblos y las culturas.
Te voy a contar una fábula real:
“Érase una vez un viaje iniciado por cientos de hombres y mujeres llegados de un sinfín de lugares.
Habían dejado atrás sus quehaceres diarios para caminar guiados por la Vía Láctea de noche, y por el Astro Sol de día.
Sus pisadas, paso a paso… las de cada uno de ellos… fueron trazando en la tierra un camino cada vez más transitado. Se escuchaban lenguas de muy distintos sonidos y convivían en armonía costumbres de muy diversos pueblos.
A su vera nacieron hospitales, posadas, urbes… creando sabiduría, siendo la más valiosa de todas ellas la que cada ser humano, contemplando las maravillas de la Naturaleza, encontraba dentro de sí: sublime, real y etérea.
Ese Camino obsequiaba milagrosamente a cada semejante con aquello que necesitaba. Y lo que no encontraba en el Camino, la persona comprendía que no era necesario.
A su llegada a Compostela descubrían un lugar mágico, fascinante. La Fe absoluta en la veneración al Apóstol Santiago les mantenía el espíritu vital hasta su llegada, donde el Patrimonio Humano de tan bello lugar hizo que se extendiera su fama a ultramar, allende tierras lejanas.
Transcurrían los años y cada vez más y más caminantes desataban sus ansias de crecimiento, de inmensidad, reencuentro, descubrimiento, … Y cada vez más, la sabia naturaleza obsequiaba con felicidad a cada ser que en ese Camino había desplegado humanidad.
Estos hombres y mujeres regresaban a sus hogares resplandecientes, renovados, vigorosos… siendo admirados por sus iguales y despertando en otros ese ansia por caminar hacia lo sagrado, hacia lo mágico, hacia la vida, en la naturaleza.
Siguiendo la ruta que dibujaban las estrellas y en compañía de otros caminantes, crearon un Camino de Humanidad, haciendo que cientos de miles de personas descubrieran este crucero de vida como el cosmos mágico en el que saciar su ansia de crecer, de plenitud.
¿Te parece un cuento que algún día una persona soñó? Es real. Existe.
Siglo 21. 2014. Yo escribo y tú lees.”
