Dicen por ahí que la era industrial se queda atrás, dando paso a una nueva era. Y dicen también que debemos hacer frente a estos cambios con la mayor ambición y el máximo optimismo posible. ¿Será la única manera de conseguirlo, cambiando de mentalidad? ¿O asumiendo que nuestros miedos son nuestro motor?
Estos últimos años nos han vendido los miedos como si fuesen nuestros peores enemigos y sin ellos, la vida no avanza. Así lo decía hace unos años el paleontólogo Stephen Jay Gould. Éste, se refería a la evolución biológica como un proceso que nada tiene que ver con el desarrollo científico y tecnológico. ¡Todo lo contrario! Supuestamente, la tecnología nos lleva a un mundo mejor. La clave está en asumir y ser conscientes de que todo esto implica tener que analizar nuestros miedos, hacerles frente, atravesar momentos complicados y recaídas incómodas.
Ya va siendo hora de luchar en contra de la gran masa de personas que viven en los mundos de “yupi”, en esos mundos en los que se piensa que todo volverá (¿a ser cómo antes?) y que desconfían del progreso y hasta de su sombra. Ya va siendo hora de luchar a favor de nuestra predisposición al cambio, es decir, hacernos amigos de los miedos, de la incertidumbre y del tan olvidado sentido común.
Sí. Lo sé. Lo he vivido. Soy consciente de que en la sociedad actual el miedo paraliza, corroe, interrumpe el crecimiento, el desarrollo, el ánimo, la motivación y un sinfín de adjetivos molones. Sí, todos sabemos que el miedo es un desastre. Pero conócelo. El miedo también tiene una ventaja y es que, del mismo modo que llega, se va. Y cuando se va, las cosas vuelven a su sitio y reaparece el respiro para continuar con nuestro crecimiento, con nuestro desarrollo, con nuestro ánimo y motivación en un buen lugar…
Todos tenemos miedo y aunque nacemos con la alarma del miedo programada para sobrevivir, también aprendemos a tener miedo. Y nos hacemos mayores, y seguimos aprendiendo nuevos miedos.
Es muy importante que aprendamos a desprogramar nuestros miedos para seguir viviendo y ver a nuestros miedos con los mismos ojos con los que vemos a un amigo tonto. Porque en el fondo, también somos todos un poquito tontos; si no, ¿cómo es posible que un coche sea mil veces más peligroso que una peli de terror y nos “caguemos» más con la peli que con el coche? ¡Si hasta miramos debajo de la cama por miedo! Y encendemos las luces de casa, “por sí acaso”. ¡De verdad que tenemos tela, amigos!
¡Y nos gusta sentir miedo! Como, por ejemplo, en los parques de atracciones o en el cine. Eso sí, ¡sin correr riesgos!
Entonces, ¿se puede hacer algo para hacernos amigos del miedo? ¡Pues claro que sí!
- SEGUIR adelante, como cuando te tiras a la piscina y está el agua helada pero sigues nadando.
- ENFRENTARTE a eso a lo que tienes miedo. ¿Cómo? Analizando, de modo sincero, a qué miedo tienes y las posibles soluciones.
Porque el miedo está para PROTEGERTE y no limitarte. ¡Recuerda que es una alarma!. Míralos a la cara y COMPRÉNDELOS. Y no temas pedir ayuda sí solo, no eres capaz de hacerlo.
¡NO VIVAS CON MIEDOS INVISIBLES!a