Tiempo de ‘arrimar el hombro’

Es tiempo de arrimar el hombro- aunque esta expresión sea hoy más figurada que nunca, dado el obligado distanciamiento- y de buscar soluciones para ‘salir de esta’ lo mejor y lo antes posible.

La crisis del Covid19 ha evidenciado muchas debilidades de las economías occidentales, huérfanas de liderazgos claros desde hace décadas, dubitativas inicialmente, lentas en respuestas insuficientes, algunas sordas y ciegas a las manos tendidas, ante una situación incontrolada, difícilmente comprensible. Inédita.

Curiosamente, sí reaccionó con prontitud la sociedad civil, alarmada por la falta de recursos de la que alertaron desde el primer momento los equipos sanitarios desde todos los puntos de nuestra geografía.

Emprendedores, empresas (grandes y pequeñas) y colectivos ciudadanos no precisaron más para intentar echar una mano: desde mascarillas caseras fabricadas con viejas máquinas de coser, a piezas de respiradores y pantallas posibles gracias a la impresión 3D, batas impermeables, o la disponibilidad de redes logísticas empresariales que permitieron transportar grandes cargamentos de equipamiento sanitario…

La responsabilidad ciudadana y la responsabilidad social de muchas empresas, así como el esfuerzo hercúleo de quienes están sacando vidas adelante y de quienes hacen posible la vida de quienes nos quedamos en casa, están pasando nuevamente una durísima prueba con una alta nota.

Mientras, ahí fuera el mundo y la economía prácticamente se han parado.

Esto, la crisis del COVID 19, pasará pero mientras debemos vivir con esta situación. A día de hoy, sin tratamiento y sin vacuna no es posible predecir la fecha en que volveremos a la normalidad. Ni siquiera sabemos si vamos a volver a esa normalidad que hasta ahora conocíamos.

Tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad, una nueva normalidad en la que la Salud es lo primero sin duda pero a sabiendas de que sin Economía tampoco habrá Salud. Un contexto en el que debemos reinventarnos y transformarnos para reactivar la actividad empresarial implementando las necesarias medidas preventivas para crear espacios de trabajo controlados, protegidos.

Y en esto debemos implicarnos todos. Sin fisuras. El ámbito privado, el tejido empresarial ya lo estamos haciendo. Sobra mencionar los ejemplos que todos conocemos, que vemos en medios, son incluso noticiables porque son ejemplarizantes. Y lo son por la solidaridad que demuestran más allá del puro fin económico; se han puesto a disposición de la sociedad fabricando materiales sanitarios en tiempo récord, por iniciativa propia.

Cuando pienso lo que ha supuesto para cada una de estas compañías sufrir el proceso de transformación,  mayor respeto me merecen. Repensar procesos, cadenas de producción, formar a los operarios, homologar los productos, nuevas cadenas de distribución,… Tenemos sin duda capacidad.

Y esta capacidad aislada tiene mayor potencial si la transformamos en capacidad instalada. Lo tengo claro, es el momento de sumarse a esto tipo de iniciativas y de que todos lo hagamos y de que los gobiernos también lo hagan, dejando al margen discrepancias y sesgos políticos. Todos debemos arrimar el hombro.

 

 

 

 

 

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