La evolución de la marca personal
Oscar Wilde decía (o dicen que decía) “Que hablen mal de uno es terrible. Pero es peor que no lo hagan en absoluto”. Corría la segunda mitad del siglo XIX y la fama se fraguaba entonces a través de corrillos, tertulias y publicaciones impresas. Hoy en día, incluso una persona tan carismática como Wilde debería muy probablemente plantearse otras formas de crear su marca personal y, sobre todo, repensar cómo alimentarla.
El concepto, introducido a finales de los años 30 por Napoleon Hill, asesor de presidentes estadounidenses como Woodrow Wilson o F.D. Roosevelt, fue popularizado a partir de 1997 por Tom Peters, adquiriendo connotaciones más similares a las actuales, y ha ido evolucionando y cobrando mayor importancia desde entonces. La teoría nos anima a considerarnos a nosotros mismos como marcas, y a actuar en consecuencia, identificando, desarrollando y comunicando las cualidades que nos hacen destacar.
¿Por qué hablar de todo esto ahora? Porque la marca personal es, cada vez más, una marca profesional, y por ello de su gestión depende cada vez más nuestro éxito en el ámbito laboral. Porque en época de estrecheces todos los esfuerzo son pocos. Y porque, como apuntábamos arriba, la gestión de la marca personal debe actualizarse con los tiempos. Las bases, para tranquilidad de muchos, seguirán siendo las mismas: crear un nombre, unos objetivos y una comunicación adecuados. En este último ámbito, deberá tenerse en cuenta mensaje, valores y tono que se desean adquirir como propios. La coherencia y la planificación son clave, como siempre.
¿Qué ha variado, entonces? Que el mundo virtual tiene ahora tanta importancia, si no más, que el contacto personal. Que si no aparecemos en las búsquedas de Google, no existimos, o, puesto de otro modo, que para muchos somos, simplemente, “lo que diga Google”. Por ese motivo, y sin descuidar nunca, en ningún caso, nuestras acciones off-line, debemos trabajar en nuestra presencia dentro de la red, escogiendo canales y planificando nuestras distintas acciones de promoción personal de cara a ambas galerías. “San Google”, a pesar de sus cambios de algoritmos, sigue siendo la referencia más importante. Pero no debemos olvidar que bebe de fuentes como redes sociales, artículos en publicaciones especializadas, blogs, webs o wikis, por poner algunos ejemplos. Estudiar, posicionar correctamente, y reforzar, si es necesario, nuestro papel, nuestro nombre, nuestra huella en ellos, por lo tanto, nunca está de más. Cierto es que supone más tiempo y más esfuerzo, pero no es menos cierto que los frutos, los resultados, merecen la pena.