Patricia García: “La educación no puede depender de coyunturas políticas”

Círculo lamenta que se deje pasar la oportunidad de alcanzar un pacto por la educación

Vigo, 15 de diciembre de 2020.- España necesita un sistema educativo sostenible en el tiempo, que facilite el paso de un modelo industrial a un modelo de conocimiento y su constante evolución acorde con el entorno propio y el mundo global. Lejos de las polémicas políticas, el futuro de la educación en España pasa inexcusablemente por un sistema que inste a la investigación y a la innovación reales, y, con ello, a la creatividad y al pensamiento crítico.

Frente a esta idea, sin embargo, la presidenta del Círculo, Patricia García, lamenta que la nueva ley no potencie el talento, la perseverancia ni el esfuerzo, posibilitando la promoción del alumnado incluso con evaluaciones negativas. “Uno de los grandes defectos de nuestro sistema educativo es que no se basa en el mérito, no gira en torno a la meritocracia. Y esto termina pasando factura”. Un esfuerzo exigible a toda la comunidad educativa para evitar la pérdida de talento (fracaso escolar) a edades tempranas, algo que “no podemos permitirnos”.

La educación es pilar básico de la cohesión social y de la igualdad de oportunidades, así como de la economía y el futuro de un país, por lo que “no puede depender de coyunturas políticas”, señala la presidenta del Círculo de Empresarios de Galicia, que lamenta que se deje pasar la oportunidad para un gran pacto. En las últimas semanas, Patricia García, ha venido recogiendo el sentir y las necesidades de los sectores más tecnológicos e innovadores de nuestra economía. “Europa está haciendo una apuesta muy fuerte por la tecnología y la digitalización, objetivos del 20 % de los fondos habilitados a raíz de la pandemia. Y España necesita tecnólogos, ingenieros, matemáticos, informáticos, científicos… Necesita que esas vocaciones se fomenten en la escuela. Nos va el futuro en ello”.

Los últimos informes PISA y TIMMS revelan importantes carencias de los alumnos españoles sobre todo en Ciencias y Matemáticas, una cuestión que, a juicio de García y a tenor de las tendencias europeas, deberían tener un peso susceptiblemente mayor en la educación en nuestro país.

Tras cincuenta años de leyes educativas y ante la previsible entrada en vigor de la LOMLOE, España parece seguir manteniendo un modelo educativo caduco, en vez de conformar un plan que, adaptable a las variaciones que exige cada momento en una era de cambios vertiginosos, sea base y pieza clave para las próximas décadas. “Esto requiere un pacto de Estado, que evite el baile de siglas que hemos venido padeciendo. No podemos estar otra vez ante una oportunidad perdida”.

La innovación, una asignatura pendiente de la economía española, ha de basarse inexcusablemente en la escuela y la investigación. Fortalecer el tejido productivo “pasa por una formación adecuada de la población, acorde con las necesidades del entorno”.

Lejos de las medias europea y de la OCDE

Si bien la situación de Galicia –la primera comunidad española en ciencias, la quinta en matemáticas- en el último informe PISA (no figura en el TIMMS) está por encima de la media de la OCDE en ambas materias, la media española no alcanza el promedio de la OCDE.

España está en el furgón de cola de la UE en lo que se refiere a inversión en I+D/PIB  (el sexto país europeo que menos invierte en I+D/PIB, solo por delante de Eslovaquia, Irlanda, Grecia, Polonia y Luxemburgo), según datos de 2017, que sitúan en 2,11 % la media de la UE-28 y 2,37 la de la OCDE, frente al 1,24 % español.

Los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística correspondientes a 2019 eleva en tan solo una centésima ese esfuerzo español (1,25 %), con un aumento de 4,2 % del gasto total sobre el ejercicio anterior (hasta los 15.572 millones de euros).

En este caso, Galicia no roza siquiera la media nacional, por cuanto la inversión en I+D/PIB se situó el año pasado en el 0,97 %. No obstante, es destacable el incremento de este gasto con respecto al 2018, un 6,2 % más, hasta los 627.329 millones de euros, de los que 330.000 corresponden al sector empresarial.

La realidad refleja que España nunca aparece en el ranking de los primeros veinte países con mayor nivel de competitividad.  Se constatan así nuestras debilidades como país y a la vez la capacidad de mejora para impulsar el desarrollo económico a través de la educación.

Cabe pensar que al menos deberíamos dar una oportunidad a las medidas que triunfan en varios países de Europa, líderes en innovación, cuyos ejemplos son recurrentes y a los que admiramos, aunque no transferimos.

 

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