“Un billete para el tren del siglo XIX, por favor”

‘-¿Este tiene premio?

-No. Sólo tuvo un retraso de 26 minutos.

-¿Y este, de Coruña-Vigo?

-Tampoco. El retraso fue de 18 minutos. Menos de treinta no son indemnizables.

-¡Ah, bueno! ¿Me da entonces un billete para el tren del siglo XIX?

-¿El de las 19:30 a Ferrol?

-Sí. Ese.

Hay quince trenes que hacen el trayecto A Coruña-Santiago (60 kilómetros, aprox.) en 28 minutos; siete que van de A Coruña a Vigo (150 kilómetros) en una hora y veinte minutos. Ninguno que llegue a Ferrol (50 kilómetros) en menos de hora y cuarto.

Lo normal es que, si se te ocurre subirte en el tren que sale de A Coruña hacia Ferrol a las 19:30, que tiene trasbordo, tengas la suerte de tardar 100 minutos, tras sufrir una espera bochornosa en el apeadero de Betanzos, que, como su propio nombre indica, es un sitio donde uno se apea y espera (hay un edificio que en tiempos debió de tener cantina y un factor, y que hoy está cerrado y nadie da explicaciones). Si llueve, te mojas; y si preguntas a través de tu móvil los motivos del retraso, te dan una explicación que nunca coincide con la que te dan en ventanilla cuando vas a reclamar.

Lo de reclamar por retrasos en este tren es un deporte sano, porque en cierto modo liberas adrenalina y te quedas con la sensación de “he hecho lo que tenía que hacer”, pero nada más: o Renfe no tiene la culpa (circunstancias ajenas al servicio) o tu reloj estaba adelantado y, en vez de 32 minutos, el tren llegó con un retraso de 28, y, como todo el mundo sabe, eso no es indemnizable, por mucho que suponga un incremento del 40 % del tiempo de recorrido.

Por eso el sábado, coincidiendo con la puesta en servicio del tren a Santiago-28 minutos, a Vigo-80 minutos, me entró la vena romántica y pedí en ventanilla un billete para el tren del siglo XIX.

No me defraudó. Esperamos ‘tirados’ en el apeadero de Betanzos los 40 minutos de retraso que traía el tren de Madrid, y llegamos a Ferrol con ‘sólo’ 28 minutos de demora.

……………

Que no se equivoquen quienes critican las inversiones ferroviarias en Galicia; quienes- como certeramente apuntaba hace unos días mi colega Fernando Salgado-, desde sus trenes rápidos, reclaman inversiones en I+D y niegan asiento en la alta velocidad (¿alta?) a los gallegos. Frente a ellos, tienen razón quienes afirman que los gallegos deberíamos de saltar cada vez que nos envían el mensaje de que deberíamos seguir viajando en vagones o coches de tercera.

Galicia no tiene tren. Hay una línea de ferrocarril entre A Coruña y Vigo que el sábado mejoró sus prestaciones y en la que comenzaron a disfrutarse las velocidades que otros trenes españoles experimentaban ya en la década de los ochenta; y hay una línea entre A Coruña y Ourense que corre un poco más.

En el resto de los casos, hace falta una alta dosis de romanticismo para repetir.

Veremos- estamos viendo ya- cómo el tren contribuye a la movilidad, el bienestar y el desarrollo en ‘ese’ Eje Atlántico. Pero sólo en ‘ese’ Eje. Lo del Norte (ya sea Ferrol-Ortegal, ya sea Norte de Portugal) es otro cantar.

Aunque, de todas formas, ¿a quién le importa?

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