¿Por qué se empeñan en convencernos
de que “en Galicia llueve”?

Paca Lijó

Responsable de Comunicación del Círculo de Empresarios de Galicia

Vinieron de fuera y dijeron:

-Pero ¡qué hermoso es esto!

Giramos entonces sobre nosotros mismos y nos dimos cuenta de que, en efecto, era bellísimo.

 

Volvieron los padres de Alicia felices de su viaje a Irlanda en agosto, porque vieron todo lo que querían ver “y algún día no les llovió”.

Me choca gratamente esa actitud positiva con la de otros gallegos que, lejos de la seguridad con la que los mallorquines son capaces de negar que llueve en la isla (razones tienen para no querer bien a George Sand), critican exacerbadamente nuestro clima e incluso nuestro paisaje.

-¿A quién puede gustarle esto? ¿Quién va a querer venir a un sitio donde no hay sol?- preguntó una vecina a mi hermana que desde hace unos cuantos lustros se dedica al turismo en Galicia.

Lo curioso es que la vecina fue emigrante en Alemania durante muchos años y, por supuesto, defiende el atractivo turístico del país germano. No seré yo quien lo niegue.

Y, sin embargo, el clima gallego parece haber sido una ventaja competitiva este verano, que ha traído a nuestra comunidad a decenas de miles de turistas que buscaban “un poco de fresquito” y poder vivir sin el aire acondicionado que en los meses previos resultó vital para no desfallecer. Y, sobre todo, para poder dormir.

Aun así, no faltó el turista que se quejó amargamente, como la vecina, porque en cinco días de agosto no había visto el sol y había descubierto, además, ¡que en Galicia llueve! Por supuesto, tamaño descubrimiento era comunicado con áspero tono a los gallegos que querían escucharlo y que algo intuían al respecto.

Pero, mientras esos turistas se afanaban en convencernos de que la lluvia en Galicia es algo más que un recurso fácil de los partes meteorológicos televisivos, lugares como los cabos o las playas más venteadas se convertían en puntos de encuentro de otros turistas locos, sobre todo en esos días chungos de agosto en que el viento sopló como en un temporal de otoño. Cámara en ristre- o simplemente con el móvil-, se esmeraban esos tarados en fotografiar olas y en repetirnos a los gallegos “¡no sabéis lo que tenéis!”

¿No lo sabemos o no nos lo creemos?

Empeñados en destacar siempre como negativo un elemento clave en nuestro paisaje- la lluvia o el viento-, olvidamos a menudo que, si no los turistas, los viajeros suelen recorrer territorios con maletas llenas de ‘por si acasos’: por si acaso llueve, por si acaso hace calor, por si acaso descubrimos una ruta que vale la pena, por si acaso refresca por la noche… Los largos días de verano suelen dar para casi todo, a no ser en años excepcionales (alguno hubo en que empezó a llover el 16 de agosto y no paró hasta mayo, un récord superado por el Macondo de ‘Cien años de soledad’: cuatro años, once meses y dos días).

No ha hecho falta un Xacobeo- a cuya ausencia nos condena el calendario hasta 2021- para que los índices de ocupación de nuestros negocios hoteleros hayan rozado este verano el 85 % y para que el turismo consolide un peso en nuestra economía que supera ya el 10 % del PIB gallego. ¿Habrá sido el clima nuestro principal reclamo?

A mí permítanme seguir escapando al norte en verano para incluirme en ese grupo de turistas (viajeros, más bien) tarados a los que no arredran la lluvia ni el viento, y que han descubierto una inmensa paleta de colores distintos en nuestros cielos (¿grises? ¿Seguro?) a la caída de la tarde. Una paleta que, por cierto, es todavía más impresionante en no pocos días de otoño, en los que, como en Irlanda, a veces no llueve.

 

 

¿Te ha gustado?

¡Compártelo en redes sociales!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

Newsletter

Calendario de eventos

<<Mar 2024>>
LMMJVSD
26 27 28 29 1 2 3
4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
18 19 20 21 22 23 24
25 26 27 28 29 30 31

Categorías

Menú