Once millones de parcelas catastrales rústicas; 600.000 hectáreas abandonadas, susceptibles de incendios año tras año. Frente a esto, 80.000 familias gallegas obtuvieron un rendimiento el año pasado de 228 millones de euros por la venta de madera. La explotación del monte (sobre todo eucalipto) permitió a cientos de familias sobrevivir durante la crisis, en zonas como Ortegal, donde no hay industria ni proyectos de industrialización y donde el monte no arde habitualmente.
Esta mañana, Círculo acogió una mesa organizada por el Foro de Energía y Medioambiente para abordar qué hacemos para lograr que el monte sea atractivo para la inversión empresarial. El Parlamento de Galicia ha pedido a esta organización empresarial propuestas, y José González, portavoz del PP en la Comisión de Agricultura, se ha ofrecido a recogerlas.
Se ha aludido a los problemas, entre ellos el de la propiedad (minifundismo) y a la progresiva urbanización de Galicia. Buena parte de los propietarios ignora que lo son o dónde tiene sus montes, y vive en ciudades. La consecuencia es que no se entiende bien el mundo rural y parece ignorarse que su mantenimiento tiene un coste.
Han surgido también ideas: modelos societarios de productividad, sociedades gestoras de montes, redes de centros de transferencia de biomasa, incentivos fiscales, productos financieros, incluso economía colaborativa… Y ha habido unanimidad en una cuestión: el factor crítico es la concentración de parcelas suficientes para garantizar la rentabilidad del monte.