Incremento de la esperanza de vida. Cinco ideas de Antón Costas para la reflexión

El catedrático y ex presidente del Círculo de Economía Antón Costas participó hace unos días en el ciclo que, en colaboración con Abanca, Xunta, Domusvi, Tattoo, Atendo y Radio Vigo, hemos dedicado a indagar en las oportunidades que nos ofrece la actual situación demográfica. Hablamos de ‘Silver Economy’ o Economía Plateada. Costas dejó varias ideas para la reflexión, comenzando por la denominación: «No llamemos viejo a quien quiere vivir una segunda juventud»

 

  • El incremento de la esperanza de vida es el mayor logro de la humanidad, pero parece que lo vemos como la maldición de Matusalén.

Seguimos mirando una situación absolutamente nueva con ojos del siglo XIX y XX: como algo que complica el funcionamiento de la sociedad y que nos somete a mayores sufrimientos. La llegada a la jubilación de las generaciones del baby boom es diferente en casi todo a la de las anteriores y está llena de oportunidades, pero solo lo estamos viendo en términos de costes, de servicios sociales, de salud, de problemas…

Es el mayor logro de la humanidad, visto desde un foco pesimista.

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  • Si al aumento de la esperanza de vida lo llamamos envejecimiento, lo estropeamos.

Lo identificamos con complicaciones, es sinónimo de problemas. No utilicemos ‘viejo’, cambiemos el lenguaje; debemos comenzar a ver que el ciclo vital tiene más de tres etapas (enseñanza, trabajo y jubilación). Si defines una nueva etapa, aparecen derechos nuevos, industrias nuevas, productos nuevos. Pasó con la infancia, pasó con los adolescentes. El nuevo vuelo low cost de Air France a Barcelona está destinado a millenials.

Las etapas de la vida son construcciones sociales que tienen efectos reales. Lo que se percibe como real tiene consecuencias reales.

La generación que está llegando ahora a la jubilación es uno de los perfiles más relevantes de consumo, con poder adquisitivo, orgulloso de a dónde ha llegado, con una actitud proactiva y preventiva de la salud en la que invierte tiempo y dinero (ahí hay negocio). No llamemos viejos a quienes quieren vivir una segunda juventud.

  • Ver en el terreno laboral un conflicto generacional entre mayores y jóvenes es una barbaridad.

Aceptar que hay un tope de trabajadores en cada momento; es una percepción tremenda que no tiene fundamento: cuanta más gente trabaje, más puestos se generan.

Curiosamente, la mayor discriminación laboral en el mundo anglosajón no es por sexo o raza, sino por edad. Se dice que los mayores son menos productivos, menos innovadores y que tienen mayor coste; hay argumentos para eso pero no sale de los datos ni de ningún estudio.

Si hablamos de productividad individual, realmente es un poco más baja, pero en grupos en los que hay mayores se produce un incremento de la productividad del conjunto; posiblemente debido a una mayor inteligencia emocional, menos fallos (aunque quizá sean más lentos) y menor absentismo laboral. Con las prejubilaciones podemos estar desperdiciando capacidades que difícilmente puedes encontrar en los jóvenes, las prejubilaciones pueden estar perjudicando a la economía, a la empresa.

Un 45 % de las startups en Reino Unido corresponde a mayores de 60 años.

  • Durante su jubilación, la gente ahorra en vez de gastar. El ahorro no favorece a la economía.

La mayoría de las personas tiene, al morir, mayor riqueza financiera que cuando se jubilaron. El ahorro está fastidiando el consumo. Durante su jubilación, la gente ahorra en vez de gastar. La pensión media de la gente que se jubila hoy se acerca a los 2.000 euros; es un colectivo con un nivel de renta espectacular.

El 70 % de la renta disponible en España está en manos de personas de más de 60 años.

Los productos financieros que se les ofrecen son muy estándar, muy anquilosados, siguen viendo el ciclo vital de tres etapas, y eso no va con esta generación; no resuelve la tensión: escasez de ahorro en el período laboral, frente a exceso de ahorro en este segmento de la población. Necesitamos nuevos productos más sofisticados, más flexibles, puede que con algo de más riesgo. Las desamortizaciones pretendieron sacar la riqueza de manos muertas para ponerla a trabajar; la ley hipotecaria dio liquidez a un activo sin perder ese activo. Ahora tenemos mucho ahorro, mucha riqueza durmiente, ni gastada ni invertida. Son necesarios productos que den seguridad de que van a estar cubiertas las necesidades y, al mismo tiempo, permita utilizar esa riqueza.

  • No hay brecha digital.

La Internet de las cosas va a ser muy beneficiosa para los mayores: los coches autónomos, los robots, son deseados por los mayores. Tampoco es verdad que la robotización vaya a destruir empleos. Los países más avanzados tecnológicamente tienen menos paro.

La longevidad es una bendición, no una carga, si se sabe resolver cómo aprovechar desde la empresa y el mundo de las finanzas esta oportunidad; si los beneficios se reparten equitativamente.

Las oportunidades y las condiciones tienen que ver más con la educación que con la demografía.

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