¡Ponga una aldea en su vida!
Nerviosa, Lola recibe, a sus 80 años, la reprimenda de sus hijos. Sabe, sin embargo, que ha tenido suerte. Los vecinos han acudido enseguida y el agente evitó mirarla. A Luis, con quien moceó siendo rapaza, le fue peor: lloroso, se lo llevaron esposado (un detenido más en la estadística oficial). Le pasó lo mismo que a ella: se cansó…
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