Es increíble, pasan los años y la historia se repite una y otra vez.

 

En momentos en los que parece que estamos cambiando, que nos encontramos en una situación privilegiada para mejorar considerablemente nuestra posición, en los que si aprovechamos nuestras oportunidades podemos salir claramente reforzados de la dura situación que hemos vivido, pudiendo así capitalizar el esfuerzo de todos,  aparece una noticia en la que vemos muestras de despiste, desidia y desinterés que denotan la existencia de políticos sin programa, sin una idea ni un plan  de Galicia, ni de sus ciudades, con total ausencia de la ambición colectiva que el esfuerzo, la historia y el sacrificio de los gallegos merecen. Todo ello es consecuencia de la falta de coordinación entre instituciones; aparentemente sigue siendo más importante el yo que el nosotros. Pero no solo los políticos; los representantes sociales también parecen haber abdicado de su responsabilidad con el desarrollo y bienestar de Galicia.

 

Como viene siendo costumbre,  el noroeste de España llega tarde a la presentación de propuestas para la solicitud de fondos a la UE dentro de su proyecto “Conectar Europa”, quedando por lo tanto el “Corredor Atlántico de mercancías” al margen de las ayudas que se solicitarán a la administración europea, lo que nos llevará, una vez más, a aparcar otro proyecto en el fondo del cajón y, con ello, a reducir nuestra capacidad de converger con Europa, dejando el liderazgo de su desarrollo a otras regiones. Las instituciones, asociaciones y empresarios decidieron organizarse y correr a reclamar, a solicitar que se incluyese esa antigua aspiración, como siempre tarde y con tibieza, sin la contundencia que emplean sus homónimos de otros lugares. ¿Dónde estaban cuando otros trabajaban con la anticipación necesaria para que se incluyesen sus proyectos? ¿Qué estamos haciendo mientras otros gritan a los cuatro vientos las bondades de invertir en su territorio? ¿Cuándo pensamos unirnos para construir el futuro que se merecen nuestras gentes? ¿Cuándo tendremos una adecuada planificación de nuestras necesidades, de qué queremos ser, y nos pondremos a trabajar con rigor para conseguirlo?

 

Nuestra falta de peso y de capacidad de influencia en España y Europa nos lleva una y otra vez a vivir situaciones como ésta, en la que nos quedamos al margen de la construcción de España y Europa, de las ventajas que genera la recuperación económica. Una y otra vez relegados a meras comparsas en el desarrollo económico de nuestro entorno. Parece que a algunos de nosotros les es suficiente con presumir del esfuerzo que todos hicimos para sanear las cuentas públicas, olvidando que la tarea no termina ahí, que existe un potencial elevadísimo que debemos explotar y preservar todos los días.

 

Es incuestionable que el mundo ha cambiado, que Galicia ha dejado de estar en el “corner” de España, en el “fin del mundo”, para tener la clara oportunidad de convertirse en el centro geográfico de la actividad económica mundial. La ampliación del canal de Panamá, la fortaleza de nuestras cuentas públicas, la capacidad de nuestros puertos, la abnegación y capacidad de adaptación de nuestras gentes, nos hacen albergar esperanzas. Pero no podemos seguir sentados esperando que las cosas ocurran, debemos provocarlas.

 

En una económica globalizada, las comunicaciones e infraestructuras son determinantes. Estas deben existir antes de que se consolide la demanda, ya que en ese momento será tarde. Es necesario terminar con premura la línea de AVE para facilitar el flujo de personas. Situarnos a poco más de 2 horas de Madrid permitirá que se nos conozca, y que nuestras posibilidades de recibir inversiones y acoger proyectos crezcan. Pero además necesitamos tener la capacidad de sacar las mercancías hacia Europa y hacia el mundo. Es necesario complementar nuestras comunicaciones con la línea de ferrocarril para mercancías y unir los puertos, pero tampoco debemos olvidar la terminal de mercancías en el aeropuerto. Cuando hablemos de transporte intermodal no solo debemos referirnos a las personas sino que debemos ver nuestras comunicaciones de forma global. También tenemos que prepararnos para recibir esas inversiones. No puede ser que nuestros vecinos sean capaces de capitalizar en su favor nuestras ventajas estratégicas y las capacidades de nuestro tejido empresarial, mientras nosotros nos limitamos a ver como allí crecen la solicitudes de asentamiento para nuevos proyectos conformándonos simplemente con mantener, ya veremos durante cuánto tiempo, nuestros actuales pilares económicos.

 

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